Cuando la propia realidad es un cruce de historias, y está poblada de silencios y rodeada de misterios, volcarse al mundo mágico es una buena manera de sublimar lo que más tememos. El rapero y músico congolés residente en Bélgica, Baloji, cuyo nombre en swahili significa hechicero, vuelca sus fascinaciones en tres relatos no exentos de exageración, drama y humor, atravesados por la pregunta por los orígenes, la violencia sobre lo diferente y la necesidad de volver a la infancia.