Ningún niño es como Austin. Es uno en 4 millones: nació con una rara enfermedad de huesos quebradizos y autismo. Pero lo que hace de Austin un ser único, es su visión alegre y divertida para transformar todo lo que lo rodea. Y conocerlo es saber que ser “inquebrantable” no tiene que ver con la fuerza física, sino con el espíritu indestructible, con la fuerza interior que abraza con amor y gracia, incluso en los momentos más difíciles.